Son fascistas disfrazados de demócratas. Este es el caso del alcalde de Mazarrón, Francisco Blaya, un político menos que mediocre pero que cobra un sueldo de 14 millones de las viejas pesetas más otros tantos de gastos de protocolo. Para ello fusila a impuestos a la ciudadanía, y aupado en el poder como un caudillo por la mayoría absoluta, se ha dado el gusto, cual dictador de una república bananera, de multar a dos vecinas con 200 euros por silbarle en un acto público. Haciendo trizas la Constitución Española. Puede sonar duro. Pero no son pocos los perseguidos en Mazarrón por la doctrina política de Blaya.
Es la triste realidad. Dos vecinas de Mazarrón, Ana Arias y Cristina Navarro, participaron activamente el pasado 14 de agosto en una manifestación contra la subida de impuestos en la localidad. Una, leyó un manifiesto al término de la protesta. La otra, Cristina, tiene un blog en internet que apoya las reivindicaciones y movilizaciones de los mazarroneros. Entonces la policía tomó buena nota y fotografió a todos los que protestaron en defensa de sus derechos. Y después, ambas, Ana y Cristina, acudieron a una denominada Gala del Deporte organizada por el ayuntamiento, un acto al que acudió el intocable regidor municipal, y en el que fue “abucheado” por las mujeres. La policía local, bien pagada, tomó buena nota para después enviar la sanción de 200 euros, que ahora tendrán que abonar las dos insurgentes. El argumento: "Desacato a la autoridad".
En Mazarrón, como en otros municipios de la Región de Murcia, la democracia funciona así. Al que levanta la voz, se le asedia para inutilizarlo. Son muchas y variadas las técnicas. Muchos tienen algo que perder. El trabajo de un hijo, una subvención. A veces las amenazas son taimadas, otras llegan de parte de un correveidile, hasta que sugieren aquello de “atente a las consecuencias”.
Fuentes muy cercanas al alcalde, preguntadas por VMPress, justificaron el millonario sueldo del alcalde de Mazarrón porque “tiene que comprarse trajes para los actos y su mujer, la primera dama, tiene que ir a la peluquería y gastar también en ropa”. Sin comentarios. Alguien debería pedir la dimisión de este nuevo fascista, y ese alguien debe ser el presidente de su partido, Ramón Luis Valcárcel, que no puede permitir personajes antidemocráticos en sus filas, a no ser que comparta sus actuaciones. Los vecinos de Mazarrón, que pagan al alcalde millones y millones de las viejas pesetas, tienen el derecho a manifestarse, a protestar, y faltaría más, a abuchearlo cuantas veces quieran. Para eso pagan.
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